¿De qué
podré hablar?...
Ya no hago
entradas en inglés. Supongo que no me salen naturalmente, me es obviamente
menos complicado relatarlas en mi idioma materno.
He
aprendido a manejar por mi cuenta y ya domino mejor el miedo de ir por vías de
tránsito muy rápido. “Rápido” en el sentido de 110 km/h como máximo, pero aún
así se puede sentir la adrenalina cuando se es alguien sin mucha experiencia.
Es como todavía no desarrollarle tolerancia a la experiencia, como ocurre con
el cigarro, alcohol y drogas, sólo que en este escenario no introduzco otra
sustancia tóxica a mi organismo mas que endorfinas y a veces, si tengo suerte,
adrenalina. Encuentro relajante y altamente entretenido ser ahora el que se
sienta en el asiento del conductor. Es mejor cuando manejo sin nadie más que
esté influyéndome constantemente sobre cómo debería de girar el volante y
presionar el pedal del acelerador; simplemente soy yo. He estado ahora viniendo
al café Starbucks que me queda cerca (13 kms.) diariamente porque en mi casa ya
no hay internet, ¡y ni se diga de mi habitación: allí no entran señales ni de
vida extraterrestre!
Hace poco,
todavía aquí en el café, se me acercó misteriosa y desgraciadamente
incómodamente una niña de buena apariencia, de mi estatura y edad. Fui un
cobarde. No pude permitirme abrir la conversación. Obviamente estaba
coqueteando conmigo, pero de la manera más seria y todavía digna posible:
girada hacia la salida pero cada vez más hacia mí (estaba del otro lado de la
barra), jugando con su pelo esponjado, rizado, castaño claro, rebelde y
diferente pero aún bien parecido. Su rostro era como de porcelana, como el de
una estatua. Ahora vengo también con las vanas esperanzas de volvérmela a
encontrar y aparte tener la oportunidad de abrir la conversación que debí
comenzar en aquel momento. Pensaba que, cuando llegara Ella, yo me daría cuenta
enseguida y perdería el aliento. Pues tal vez no sea tan fácil reconocerla, tal
vez tenga que abrir paso a la experiencia de la plática, intercambio de
palabras, gestos y lo que falta. También ayer conocí, por acción propia, a un
tipo llamado Miguel, el cual me daba curiosidad por acercármele desde casi la
primera vez que visité este lugar. Resultó aparentar ser un buen tipo, creo que
puede ser mi amigo. Creo que por fin puedo tener un nuevo y real amigo, pero
recuerdo que no puedo dejarme llevar tan fácilmente en este mundo de ilusiones
y desilusiones.
He estado
contemplando las series de Avatar, las de anime y no la película famosísima de
James Cameron. Me ayudan a alejarme algo de mi realidad, olvidar mis problemas.
Es como admirar un buen retrato de un paisaje, bien pintado por algún artista
tradicionalista pero inteligente. Son buenos momentos, delicados y relativos.
Fugaces.
Sigo
esperando el día en que las cosas cambien. Por ejemplo mi estatus mental… ni se
diga de mi cuerpo. No me gusta este mundo.
Avisté un 666. What the fuck. |
No comments:
Post a Comment